La cara oculta de ser Au pair
Capítulo 12: "La gran discusión"
Bienvenidos una vez más a una nueva entrega de Orfidal en la Pirámide. El drama como siempre está garantizado. Quédate a leer un capítulo que cierra hoy un ciclo en este blog...
Estaba claro que después de todo lo ocurrido, mi aupair en Alemania duraría menos que el PP en España sin la Iglesia estaba en situación de peligro.
Tras haberme perdido en el bosque, y sin haber yo querido nada de eso, el día siguiente fue un día que iba a marcar de nuevo un antes y un después en mi vida. De eso no cabría duda...
Estaba yo aquella mañana soleada de Septiembre trabajando duro como otro día cualquiera, cuando la mujer vino a comentarme las tareas que debía hacer aquel día...
Yo cada mañana trabajando duro como aupair en Berlín
Aquel día algo me hacía presagiar que las cosas no iban a salir bien. Yo estaba tumbado tomando el sol, esperando a que viniera S. a asignarme mis tareas:
- Alemana nazi: ¿Qué haces aquí tomando el sol? ¡No te pago para que tomes el sol! ¡Hay mucho que hacer en esta casa!
-Yo: Eh... tan solo te estaba esperando a que vinieras a decirme qué había que hacer hoy...
-Alemana Nazi: ¡Pues no tenemos pan! ¡Podrías haber ido a comprarlo! ¡Venga! ¡Hay mucho que hacer! ¡Recoge ese cubo de ahí y ve llenándolo de leña para la hoguera mientras te asigno más tareas!
Se acerca un poco más tarde la mujer y me dice:
-Alemana Nazi: ¡Tú comer todo el queso anoche! No comer todo por favor, cuando empiezas algo, no comer todo...
Aclarar que la noche anterior, hice babysitting con su niña y otro chico y cenamos un paquete de lonchas de queso de los que cuestan 60 céntimos de la marca JA! y obviamente lo acabamos. Pues a ella le pareció una falta de respeto y no dudó en echármelo en cara. MALDITA ZORRA.
Yo en una conversación telefónica con mi mejor amigo un poco más tarde...
Seguí aguantando y aguantando que me trataran como basura y me marché resignado a recoger el caldero y llenarlo de pesados troncos de leña, lo que viene a ser el sueño de cualquier español desesperado que se marcha fuera en busca de un trabajo digno...
De repente la mujer se acerca a mí y empieza a gritarme de nuevo:
-Alemana nazi: ¡Venga! ¡No tenemos todo el día! ¡Hay muchas cosas que hacer! ¡Debes hacer las cosas más rápido!
En ese preciso instante, sentí energía en todo mi cuerpo. Estaba invadido por la rabia. Había callado durante más de una semana. Solté el caldero de mis manos y todos los troncos de leña se desparramaron por el jardín. La mujer palideció en aquel instante.
-Yo: No voy a ser más rápido porque me marcho a España. No soporto más esta situación. En mis 25 años de vida nadie me ha tratado peor que como me has tratado tú. Me marcho a mi cuarto, voy a hacer la maleta.
La mujer palideció. Intentó decir algo pero no pudo ni articular palabra. Vio como me marchaba a mi cuarto y se quedó con la misma cara que se quedó Rajoy cuando su esposa le dijo que quería abortar y sin pestañear tan solo se quedó allí petrificada.
No era momento de mirar atrás. Mi sueño en Berlín había terminado para siempre. Comencé a hacer las maletas, aún invadido por la rabia. Miré por la ventana y la mujer estaba sentada en el porche del jardín con una botella de vino y fumando de la misma manera que lo hace alguien que acaba de salir de la cárcel.
Me llamó para charlar, intentó convencerme para que me quedara pero era demasiado tarde, yo ya había tomado una decisión. Intentó hacerme sentir culpable diciéndome que demasiadas personas ya la habían abandonado (en referencia al divorcio con su marido)
Cogió a su hija, me ayudó con las maletas y me llevó en coche a la estación de tren. La niña fue la encargada de darme los 60 Euros que me correspondían junto a una fotografía de la familia que decía:
"Solo una semana con nosotras, pero espero que no nos olvides... S."
Y así fue como acabó mi aupair en Berlín para siempre. Cogí el tren que me llevaba al centro junto a mis maletas. Fui afortunado al contar con el piso de L., la primera familia que se había marchado a otra ciudad. Fue muy considerada a dejarme volver a su piso hasta que mi vuelo a España saliera. Así fue, durante una semana en Berlín intenté disfrutar todo lo que no había disfrutado en mi aupair por culpa de tanto contratiempo. Tuve una semana para mí solo aquel piso de Berlín donde llegué por primera vez a la primera familia. Y una semana fue suficiente para... conseguir una nueva familia donde trabajar como aupair. ¡A la tercera va la vencida me dije! No estaba dispuesto a más sorpresas en mi vida pero tampoco iba volver a mi casa en España... Esa siempre sería la última opción
Tras unas merecidas vacaciones de una semana en España, me embarqué en una nueva aventura como aupair en Londres...
¡NO TE PIERDAS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO DE ORFIDAL EN LA PIRÁMIDE!
"Aupair en Londres, primeras emociones"
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Desde Granada
Siempre con cariño
@robbiemilk
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